
Ficha catalográfica:
Zapata Olivella, Manuel, 1920-2004, autor
Manuel Zapata Olivella, un boxeador de la vida por los senderos de sus ancestros : textos 1938-2004 / recopilación y compilación, Alfonso Múnera Cavadía y Pacífico Abella Millán ; prólogo, Alfonso Múnera Cavadía — Segunda edición corregida y aumentada — Santiago de Cali : Universidad del Valle, 2022.
814 páginas.
Tomo 1. Primeros textos : 1938-1964 — Tomo 2. De Letras Nacionales y otras fuentes (1965-1985) — Tomo 3. Otros textos 1986-2004.
ISBN 978-628-7617-06-3 (obra completa, edición impresa) — 978-628-7617-10-0 (obra completa, edición digital pdf) — 978-628-7617-07-0 (tomo 1, edición impresa) — 978-628-7617-11-7 (tomo 1, edición digital pdf) — 978-628-7617-08-7 (tomo 2, edición impresa) — 978-628-7617-12-4 (tomo 2, edición digital pdf) — 978-628-7617-09-4 (tomo 3, edición impresa) — 978-628-7617-
13-1 (tomo 3, edición digital pdf)
1. Zapata Olivella, Manuel, – 1920-2004 – Crítica e interpretación 2. Ensayos colombianos – Siglos XX-XXI 3. Antropología – Ensayos 4. Literatura – Historia y crítica – Ensayos 5. Colombia – Folclor – Ensayos I. Múnera Cavadía, Alfonso, 1953-, compilador, escritor de prólogo II. Abella Millán, Pacífico, compilador
CDD: Co864.4 ed. 23
CO-BoBN– a1104302
Manuel Zapata Olivella, un boxeador de la vida por los senderos de sus ancestros. Textos 1938-2004. Tomo 2. De Letras Nacionales y otras fuentes: 1965-1985
Reseña. Este segundo tomo de la compilación, titulado Manuel Zapata Olivella, “un boxeador de la vida” por los senderos de sus ancestros. Textos 1938-2004. Tomo 2. De “Letras Nacionales” y otras fuentes: 1965-1985, comprende una abundante muestra de artículos, ensayos, entrevistas, conferencias y prólogos que el maestro Zapata Olivella escribió y publicó entre los años 1965 y 1985, periodo de existencia de la revista Letras Nacionales, fundada y dirigida por él.
Constituyen una ratificación de la claridad y consistencia de sus reflexiones sobre el colonialismo cultural, sobre el racismo y la discriminación, sobre la cultura de los analfabetos y semianalfabetos y sobre el nacionalismo literario, corpus teórico de los más audaces y avanzados de la nación en los años sesenta y setenta del pasado siglo. Sus ensayos y artículos de prensa dialogaban con los que en otros lugares del mundo escribían Aimé Césaire, Léopold Sédar Senghor y Édouard Glissant. Y es quizás el único de nuestros intelectuales que a mediados del siglo XX piensa la nación como un todo, integrado por fuerzas creativas heterogéneas, en las que afros y nativos juegan un papel central que reconoce la extraordinaria diversidad de su cultura, y que denuncia de manera brillante los mecanismos de imposición de una historia y unos valores culturales colonialistas.
Y muestran también que nadie defendió mejor que él y ayudó a divulgar más allá de nuestras fronteras el arte y la cultura popular colombianos, tradicionalmente despreciados por los comentaristas cultos, pese a que ahora se habla mucho de su calidad e importancia para el progreso espiritual de la nación. Y lo hizo una y otra vez en congresos internacionales, como profesor invitado a universidades norteamericanas y europeas, y en esas columnas de prensa y artículos de revistas que escribía al mismo tiempo que organizaba festivales y encuentros o visitaba pueblos alejados para escuchar a una cantadora negra.
Manuel Zapata es uno de los escritores colombianos más leídos y traducidos en el exterior, después de García Márquez. Decenas de artículos sobre su obra se encuentran publicados en varias de las revistas más prestigiosas de crítica literaria de las universidades norteamericanas. Y en Colombia, el reconocimiento a su producción literaria y a su vasta e insuperable labor de estudioso y divulgador de nuestra cultura popular está destinado a crecer después de su muerte, hace apenas algunos años. Pero, sobre todo, lo que no hemos intentado a fondo todavía es la comprensión de sus dotes de ensayista. El enorme valor para los pueblos del mundo de sus geniales intuiciones, de sus análisis premonitorios, de sus reflexiones y críticas tempranas al colonialismo cultural y de su radical defensa de lo que englobó bajo el concepto de nacionalismo literario es asunto que se irá aclarando cada vez más en los próximos años.
Asombran las cosas que Manuel decía ya a mediados del siglo pasado, cuando García Márquez no había escrito todavía Cien años de soledad, y los hombres que se tenían por cultos en Colombia seguían creyendo que Marco Fidel Suárez era nuestro mejor ejemplo de escritor y que las poesías a la patria de Miguel Antonio Caro tenían más valor que los sonetos prosaicos del Tuerto López. En esos tiempos, en los que los cachacos confundían y habían enseñado al país a confundir la buena literatura con la buena gramática, Manuel les explicaba con convicción y entusiasmo el cambio radical que se estaba produciendo en las letras colombianas a manos de escritores de provincia, que se preciaban de todo menos de cultos, pero que tenían la gran virtud de unir a la lectura juiciosa de James Joyce, Virginia Woolf, Marcel Proust y William Faulkner el aprendizaje atento de la realidad local, de sus personajes y de las formas particulares del habla popular. Mucho antes de que García Márquez alcanzara sus éxitos deslumbrantes, Zapata Olivella se había convertido en uno de los más entusiastas defensores en Bogotá de esa nueva literatura e intuía su fuerza arrolladora.
Celebremos su memoria estudiando, disfrutando y aprovechando sus escritos.